Acerca de Ximena Rivera – Entrevista a Lucy Oporto




Entrevista a Lucy Oporto Valencia
Sobre la vida y obra de Ximena Rivera

Por Víctor Campos


Lucy Oporto Valencia nació en Viña del Mar, el año 1966. Es escritora y actualmente se encuentra cursando el Doctorado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. En su haber ha escrito los libros Una arqueología del alma. Ciencia, metafísica y religión en Carl Gustav Jung (Editorial USACH, 2012); El Diablo en la música. La muerte del amor en El gavilán de Violeta Parra (Ediciones Altazor, 2008, y Editorial USACH, 2013). También ha escrito los libros Los perros andan sueltos. Imágenes del postfascismo (libro del año 2015 y que nos convoca en esta instancia, a propósito de su último ensayo, llamado “El abrazo del alma y el arte de las analogías”, justamente un ensayo extenso dedicado a la obra de Ximena Rivera), La inteligencia se acrecienta en la Nada (Inubicalistas, 2016), y su última entrega He aquí el lugar en que debes armarte de fortaleza. Ensayos de crónica filosófica, publicado el pasado 2021 por Editorial Katankura.

Las palabras citadas por Lucy Oporto a lo largo de la entrevista -en sangría- corresponden al ensayo aludido. Por el contrario, las palabras citadas en cursivas obedecen a poemas escritos por Ximena Rivera Órdenes, poeta fundamental de la tradición de las letras chilenas del último tiempo y eje de la conversación ofrecida en esta ocasión, transcrita a partir de una entrevista realizada el 16 de noviembre de 2022, en las dependencias del Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje (ILCL), efectuada por Víctor Campos Donoso.

***

Víctor: Buenas tardes, Lucy. Desde ya, te agradezco que hayas aceptado la invitación para entrevistarte acerca de tu cercanía biográfica y vivencial con Ximena Rivera, pero también de las lecturas que has hecho sobre su obra. Quisiera comenzar preguntándote por un hecho que, pienso, puede ayudar a ordenarnos cronológicamente en tu relación con la poeta: ¿cuándo fue la primera vez que coincidiste con Ximena Rivera?

Lucy: La primera vez que conversé más largamente con ella fue en el verano de 1988. Recuerdo que fue en el teatro de una amiga, el Teatro Victoria, que estaba en la calle Esmeralda. No recuerdo por qué llegó ella ahí, pero comenzamos a conversar. La había visto en otras ocasiones, pero más lejanamente en años anteriores. Ella vivía en Viña. Solía tomar café en el Portal Álamos y, a veces, yo pasaba por allí con algún amigo o amiga y ella estaba ahí. Le agradaba compartir con otras personas y conversar. Otra vez la vi en Viña, de nuevo, saliendo o entrando a una especie de peña (eso fue alrededor de 1983 u 84). Yo era adolescente en ese tiempo.

Una vez con un amigo estuve en la casa de Viña. No sé si hay una o dos direcciones de esa casa –ahora tengo una duda sobre eso–, pero fue un instante que yo estuve en ese lugar, y ella estaba rodeada de otras personas. La vi brevemente, pero en esas instancias primeras nunca conversé con Ximena. Fue en 1988. En esa época ella vivía en Valparaíso, ese verano, en la calle Guillermo Rivera, pero poco tiempo después la acompañé a Pompeya Sur (Quilpué), a esa casa de reposo, que no sé si es la misma que aparece mencionada hacia el final de su obra. Justamente, en 1988, recuerdo que la acompañé a ese lugar. Se iba a quedar ahí. Tengo aquí las cartas que ella me escribió… Puede que haya sido a principios de marzo, no lo sé… Esta carta, por ejemplo, ya es de cuando está en Pompeya Sur. Eso es lo que recuerdo de aquel primer tiempo. Era una persona afable. Yo sabía que se dedicaba a la poesía y, en general, era muy hospitalaria. Esos recuerdos tengo.

Víctor: A propósito de las cartas, entiendo que son tres y que se editaron en esta versión de la Obra completa de Ximena Rivera por Ediciones Libros del Cardo. Aquí ella no solo escribe, sino que demuestra una gran lucidez: creo que estas cartas junto con la entrevista que existe en “Encuentro con Ximena Rivera”, donde ella misma habla sobre su poética, son los documentos más lúcidos respecto de donde expone sobre su poesía. ¿Qué significó para ti no en el sentido teórico, sino en un sentido vital ese intercambio de cartas?

Página escaneada de una de las tres cartas que Ximena Rivera escribiera a Lucy Oporto Valencia. La epístola data del 23 de marzo de 1988, desde Viña del Mar.

Lucy: Se relaciona con el estudio de los símbolos. En realidad, la parte en donde habla: “no creamos en el arte. Pero creamos en la eficacia de la palabra, en el poder del signo. El poema o la música son exorcismos, conjuros contra el desierto, conjuros contra el ruido, la nada o el bostezo”, y sigue después. Esto, en particular, está en la última carta: 20 de agosto de 1988. La cuestión de los símbolos ha sido muy importante en mi formación, y al leer estas cartas, lo que entendí ya más tardíamente es que ella es quien, en definitiva, me concedió la posibilidad de acceder a eso. Así partió, y yo no lo recordaba. Recuerdo que en ese año –yo en esos años estudiaba en la Universidad Católica de Chile, estudiaba Interpretación Musical, y tenía que tomar otros cursos– empecé a tomar cursos que se relacionaban con el tema de los símbolos, específicamente los que dictaba Gastón Soublette. Yo fui alumna suya entre 1989 y 1994. Así partió eso, y después fue adquiriendo otras formas, conforme a los estudios que hice posteriormente, pero la línea de los símbolos siempre la continué. El horizonte siempre fue ese, pero quien, en definitiva –por así decirlo–, puso ese sello fue ella.

Entonces, una de las razones por las que escribí el ensayo “El abrazo del alma y el arte de las analogías” fue una forma de agradecerle, pero también porque me golpeó bastante su muerte: no la veía hace varios años, y por eso escribí esto hacia el final:

En cuanto a estas reflexiones, tal vez en lo personal sean un homenaje extemporáneo y tardío, desde la amistad perdida y la distancia en el tiempo. Con todo, quisieran ser un acto de agradecimiento, y un esfuerzo por poner al servicio de Ximena los mejores elementos intelectuales y anímicos alcanzados, en vistas a destacar el intrínseco valor de la conjunción entre vida y obra operada en su alma de modo asombroso y extraordinario, bajo las actuales condiciones en Chile, y su progresiva descomposición moral y social. Los mismos elementos que ella hiciera surgir tempranamente desde las tinieblas de este corazón quebrantado [el mío], iniciando así el largo, penoso e incierto camino en busca de la cifra oculta de lo real y de Dios.

(…) A ti, que fuiste más leal a Dios que Él a sus criaturas perdidas, solas, entregadas a la muerte, y abandonadas a la monstruosa deriva interior y exterior de sus rezos sin lenguaje, ni mundo posible. A ti, que me conferiste el don y la vocación por los signos, cuando yo nada sabía de ellos, para el desciframiento de otras derivas, oscuridades y desiertos en busca de lo invisible, en la era y la hora de la extinción del espíritu.

Víctor: Yo cuando llegué a estudiar acá el 2018, te lo comento como experiencia personal (soy de Iquique), inmediatamente me encontré con un evento que homenajeaba la muerte de Ximena Rivera, a cinco años de su muerte. Este se celebró en un centro cultural que estaba en Plaza Echaurren. No tenía idea de ella –no conocía a nadie acá–, pero algo destacaban mucho en ese homenaje, y a lo largo de los años en que he vivido aquí y he preguntado sobre Ximena Rivera: se habla mucho de su vida marginal y precaria. Quería preguntarte qué imagen tú recuerdas de su estilo de vida: si era así, si lo reafirmas o lo discutes. ¿Cómo lo ves tú?

Lucy: Ximena siempre me pareció una persona con una inteligencia superior, fuera de la norma, una persona con una gran cultura. Aparte de leer poesía, leía ensayo, le interesaba el cine, tenía una gran unión con su hermano Guillermo, del cual siempre hablaba en esos años, cuando yo la visitaba en Pompeya Sur. Él estaba en Suecia en esa época, si mal no recuerdo, pero siempre las conversaciones en torno a él se relacionaban con una afinidad literaria profunda. Además, los dos siguieron sus propios caminos: no fueron a la universidad, digamos. Entonces, la cuestión de su marginalidad, que es la etiqueta que ha aparecido ahora… Yo no estuve en ese encuentro, entre paréntesis, ni siquiera supe que hizo…

Víctor: Fue un evento modesto, en todo caso, no encontré que fuera masivo…

Lucy: Claro. Su marginalidad es una consecuencia de otra cosa. Consecuencia, en parte, de la desintegración familiar que sufre en un momento: mueren sus padres, la casa de Viña es vendida, y después viene su enfermedad. No sé bien cuándo apareció su enfermedad. Me parece que cuando la vi el 83 todavía no padecía de esquizofrenia. Hay una crónica que dice que le cambiaron su diagnóstico después, pero de eso nunca supe nada. Nunca la vi en una fase maníaca. No lo sé, yo no soy psiquiatra, pero el punto es que fue una consecuencia de condiciones muy adversas en que ella vivía, y no sé si es algo que haya escogido. No viene de un mundo así tampoco, hasta donde yo sé, tan marginal. Ahora, los que han levantado esa idea como una especie de ícono marginal, sería bueno que se representaran lo que significa vivir así, cuando realmente no hay otras condiciones. Ese asunto, en particular, también me afectaba porque yo no podía ayudarla tampoco. Por eso, estas etiquetas de “el poeta marginal”, “el poeta loco”, son imposturas finalmente… Provienen de personas que no conocen in situ quedar en la ruina económica o sufrir de una enfermedad incurable como esa, y no me hablen, por favor, de la neurodivergencia. Enfermedad es enfermedad, y ella cada cierto tiempo sufría estas descompensaciones. Era muy problemático. Ahora, su trabajo poético, en todo caso, superaba todo eso. Es lo asombroso en el caso de ella: cómo su trabajo poético estaba más allá de su situación de precariedad, más allá de su enfermedad mental. Era otra cosa, y en ese sentido ella es un ser excepcional…

Víctor: Es una poesía muy lúcida…

Lucy: Totalmente. Recuerdo el libro que escribió Juan de Quintil, Inxilio, que fue un trabajo en que elabora su paso por el campo de concentración de Pisagua, muy terrible, en que él ya era una persona adulta. Tenía cerca de treinta años cuando estuvo ahí… E Inxilio, concluí, había sido la manera en que él procesó esa experiencia traumática y feroz, y fue la que le permitió seguir vivo. Entonces, yo no descartaría que en el caso de Ximena la poesía haya sido algo así también. Quizás fue más complejo, porque ella tenía otro tipo de problemas, mucho más complicados, pero que de ninguna manera se pueden reducir a etiquetas publicitarias, eslóganes vacíos… Yo lo resumí así en el trabajo sobre el libro de Natalí Aranda, que está en He aquí el lugar en que debes armarte de fortaleza. El trabajo se titula “Abismo metafísico irradiante: imposibles mundos paralelos”:

Sometida a condiciones reales de existencia de gran adversidad y precariedad, marcadas por la pérdida, la pobreza dura y la enfermedad, la poeta chilena Ximena Rivera Órdenes (1959-2013) desarrolló una obra concentrada, fuerte y profunda. Durante su corta vida, permaneció fiel a su anhelo y necesidad de hallar un lenguaje anterior al lenguaje, proceso al que dio forma como expresión de una concepción metafísica vivida desde una interioridad plena de imágenes en busca de una articulación, un movimiento y un sonido.

Ximena estaba conectada con el espesor de mundos arcaicos, cuyos símbolos alcanzaron en ella una irradiación poética y filosófica sin fisuras. Asimismo, intuía la existencia de un nexo entre distintos niveles de la realidad y del alma. De ahí que su trabajo pueda ser descrito en términos de un arte de las analogías, conforme a su propia expresión, cuyo horizonte era una transformación de orden espiritual, tanto del lenguaje como de sí misma, en sus aproximaciones al misterio paradójico de lo sagrado, lo divino y su propia identidad.

Víctor: Buscando por internet, existen dos registros de ella leyendo sus textos: uno es de un video que se llama “Encuentro con Ximena Rivera”, en el que ella aparece leyendo por 45 segundos, pero tiene un efecto de delay que entorpece la escucha. El otro que pude hallar es una colección de videos de diferentes poetas de la región, donde hacen un trabajo con ella. Pero la lectura es excesivamente lenta y está en función del video. Ella no aparece leyendo, sino que es un video con imágenes evocadoras. Sin embargo, no existe un registro –que al menos conozca– puro de su voz. Quería preguntarte respecto de cómo leía su poesía, porque pienso que esa es una parte importante de ciertos poetas. ¿Había algún rasgo característico de su voz cuando tú la escuchaste leer poesía?

Lucy: Tenía una hermosa voz grave, y cuando ella leía, lo hacía con un fraseo, en forma pausada, con un fraseo siempre… Se podría decir que era muy musical. Incluso, a veces los fármacos –según ella– la complicaban un poco, pero en general yo encuentro que leía de esa manera. Es importante escuchar su voz, es parte de la musicalidad de su trabajo y de ella misma. Es un elemento fundamental para apreciar mejor su trabajo. Es parte de su poesía.

Víctor: En el ensayo “El abrazo del alma y el arte de las analogías” tratas de leer ciertos símbolos, ciertas imágenes que aparecen en la obra de Ximena Rivera, guiándote por el Diccionario de símbolos de Juan-Eduardo Cirlot, pero al mismo tiempo trabajas con la psicología junguiana, con ciertos preceptos gnósticos –del gnosticismo que se dio en los primeros siglos después de Cristo– y otros rudimentos filosóficos. Quería preguntarte por la figura de Valeria que comienzas analizando… La figura de Valeria aparece en la poesía de Ximena Rivera desde el primer poema que da a conocer públicamente en la Antología de la locura (1994). Ahí publica “La más pobre demostración de amor”, en donde ya se nos aparece. Más adelante, en su primer poemario de rigor –Delirios o el gesto de responder–, nuevamente aparece Valeria, y así constantemente. Había oído que incluso se trataba del nombre de una hija suya, pero al parecer esa información es errónea. Tú la mencionas como una especie de espíritu y una potente imagen interior. Entonces, quería preguntarte en torno a esta figura, que también la conectas a la idea de sacrificio, y citas a Cirlot: “No hay creación sin sacrificio. Sacrificar lo que se estima es sacrificarse. La energía espiritual que se obtiene con ello es proporcional a la importancia de lo perdido”. Y es en Valeria –tú comentas– que Ximena Rivera ve la posibilidad de redimirse del pecado, en una especie de acto de sacrificio…

 

Portada de Los perros andan sueltos. Imágenes del postfascismo (2015), editado por USACH.

Lucy: Hay una cierta tendencia, bastante popular, a establecer correspondencias biunívocas entre ciertos nombres que aparecen en su obra con personas que pudieron haber estado presentes en su experiencia en vida, pero no recuerdo que Valeria sea uno de esos personajes y, además, Ximena no tuvo una hija, sino un hijo que, en razón de su condición, fue adoptado por otra familia.

Ocurría con Ximena que, a veces, nos perdíamos por temporadas. Yo dejé de verla en 2009, más o menos. No sé bien qué pasó con ella después. Suponía que, dentro de la precariedad en que vivía, no estaba tan mal, porque yo me enteraba de que había publicado un libro, que era invitada a lecturas, y José Carvallo continuaba con ella. Yo pensé que, dentro de eso, no estaba en crisis, hasta que me enteré de su muerte, que fue un asunto duro para mí. Entonces, en todo ese transcurso, no recuerdo que Valeria haya sido una persona en su experiencia, pero en su poesía he concluido que se trataba justamente de eso, de una imagen interior. Yo lo escribí así:

En La más pobre demostración de amor (1994) y Delirios o el gesto de responder (2001), reflexiona acerca de la poesía, la eternidad, el amor y la muerte. En ambos, aparece la enigmática figura de Valeria, una potente imagen interior. Tal vez, del espíritu irradiante que da forma a la vocación poética de Ximena, que es también una vocación por los signos, a través de un proceso de iniciación, un sacrificio, y el devenir de los opuestos en tensión y lucha, asuntos a los que retornará en Puente de madera, su última obra original publicada en vida.

Así presenta a Valeria, en “La más pobre demostración de amor”:

La contemplación de la vida de Valeria
se clava en mi corazón como una estaca.

Yo sospecho que me será negada la alegría
que seré dividida en muchas voces
que el corazón no muere
cuando uno cree que debería.

Fui con hojas resecas a visitarla
fui con hojas siempre

hojas heladas, verde olivo
hojas, hojas llenas de códices
fui verdad solitaria
y sola.

Versos de «La más pobre demostración de amor», poema publicado en Antología de la locura (1994).

La explicación de esto la he visto así:

La figura de Valeria aparece aquí como un destino ineluctable. La vocación de Ximena por los signos, y la búsqueda de su fondo último, se trasuntan a través de dichas hojas resecas y heladas “llenas de códices”, y sus “muchas voces”: antiguos libros que hablan desde una lengua perdida.

Es decir, todo tiene que ver con la escritura: “La imagen de las hojas resecas reaparecerá en 18 poemas de agua, como expresión de la finitud, frente a su referente: el eterno árbol de la vida”. Después prosigue la interpretación del árbol en la iconografía cristiana. Es decir, tiene relación con todos esos temas: “el árbol simboliza la vida querida por Dios”. Y la cuestión del sacrificio, que es un punto importante acá…

Víctor: Lo desarrollas también hacia el final de tu ensayo…

Lucy: Tiene que ver, además, con “Abisinia IV”, que eso se relaciona con Rimbaud…

Víctor: Sí, claro. Se publica en Recital poetas en la ciudad…

Lucy: Exactamente. Ahora, todo esto es un proceso interno. Se ve que hay una línea en ese proceso: no se podría sostener que es una especie de locura, por lo menos no desde este punto de vista. No es una cosa caótica. Hay una línea: cualquier proceso de concienciación exige un sacrificio, y en este caso la víctima inmolada será ella misma. Entonces, está esa separación del mundo, de ella, y por eso ese dolor de muerte que la contemplación de la vida de Valeria le provoca, y esa gran soledad –“verdad solitaria y sola”:

Esta última expresión se refiere a una situación o estado permanente de soledad, ontológicamente constitutiva: “verdad solitaria”. Pero también a la búsqueda de su propio ser, como camino único: verdad “sola”.

Y ese es un motivo que aparece después, en “Abisinia IV”.

Ahora, todo lo del sacrificio tiene que ver con este carácter iniciático interno. Por eso concluyo que, en parte, esto correspondería –en esas líneas donde he podido apreciar– al proceso de individuación que describe Carl Gustav Jung, que es un proceso de integración de la personalidad en vistas a adquirir un mayor nivel de conciencia, y que él lo comparó con las iniciaciones arcaicas. No se daba en todo el mundo: personas que tenían una cierta disposición, una serie de condiciones… También señala que depende de si la época está preparada o no. Entonces, Valeria parece ser una especie de espíritu conductor de ese proceso, la guía en su búsqueda de la escritura, del poema, de la palabra. Pero no se sabe bien qué es. No es un ser propiamente humano, pienso yo: es otra cosa.

Víctor: Otra idea que arrojas en tu ensayo es esta idea de que Ximena Rivera busca un lenguaje o una realidad antes del lenguaje. Y bien, lo pongo en contraste –por ejemplo– con otras poéticas. Pienso en el caso de Rubén Darío, que es una poesía muy cara a nuestro idioma: su poesía más temprana tiene un afán por destruir la cultura de su época con el afán de construir una nueva. De hecho, “Carta del errante” o “El Porvenir” son poemas extensos donde, alegóricamente y de manera apocalíptica, trata de destruir su cultura para poder generar una nueva, y así una nueva lengua. En Ximena Rivera no existe eso, a lo más sería esta idea del sacrificio, pero es distinto. En vez de sumergirse en el futuro y su construcción, le interesa retornar al origen. Te quería preguntar en torno a esta idea de buscar este lenguaje antes del lenguaje, esta realidad antes de la realidad que conocemos. Cito algunos versos que tú también citas:

Mamá
¿cómo explico la dinámica del juego todo
que deja la certeza
como prenda dócil
y recita por la boca del silencio,
callado, callado
que hay otro tiempo,
que a la eternidad y a la memoria
conmueven y placen,
que hay otros nombres más antiguos
que el sol y que la duna
y hay otro abrazo
que el ardid no devora?

Versos de la «Primera parte», estancia del poemario Delirios o el gesto de responder (2001).

Pienso que, desde mi experiencia de lector, en algunos momentos de su poesía –como en Poemas de agua– logra avizorar esa realidad antes del lenguaje. En fin, ¿consideras que su poesía logra dar de lleno con esa realidad primigenia?

Lucy: Tengo más bien la impresión de que su poesía da cuenta de la búsqueda de ese lenguaje anterior al lenguaje. Habría que ver, quizás, si el conjunto de su poesía, analizado con otro tipo de herramientas, expresa ese lenguaje anterior. Ahora, como tú bien señalas, ella no trata de destruir ni su cultura ni el lenguaje. De hecho, continúa escribiendo en español, en verso, nunca traiciona su estilo. Ximena no escribe para entretener a la galería, ni para satisfacer al consumidor, ni a la moda, sino que permanece fiel a su estilo cuidado y elegante, siempre. Tampoco se pone a hablar en coa, que es una moda detestable a mi parecer, de un abajismo inaceptable de personas que han estudiado, que tuvieron la fortuna de estudiar y leer, y aprender a expresarse con mucho mayor rigor y precisión. No, su poesía perfectamente podría ser estudiada en otras partes del mundo por el alcance universal que tiene, porque justamente está entroncada a problemas mayores: el del lenguaje, el de la divinidad, el de este ser que está en su poesía que la guía en procesos iniciáticos que son compartidos por muchas culturas. En ese sentido, tiene un alcance universal. Pero es una búsqueda de tipo místico. Son dos cosas: es un lenguaje anterior al lenguaje, pero además la búsqueda de una divinidad anterior a Dios mismo… El Pre-Padre, que pertenece al gnosticismo del siglo II. La introducción de José Monserrat Torrents es muy útil para entender mejor el sistema que los gnósticos elaboraron para explicar qué hacía Dios antes de Dios –antes de crear el mundo, mejor dicho. Es algo que se mueve a través de una lucha y conjunción de opuestos, y una de esas figuras es el Pre-Padre –lo llaman Abismo, también…

Víctor: Esa pregunta de qué había antes de Dios es la pregunta de los valentinianos…

Lucy: Claro, que es como la denominación del gnosticismo… No sé si la más importante o la más conocida… Tengo aquí una descripción:

El gnosticismo surgió como resultado de la evolución del judaísmo durante los siglos I y II. Entre los valentinianos, una de las vertientes del platonismo cristiano, y la más importante de las denominaciones gnósticas, aplicada a la exégesis del Nuevo Testamento, el Pleroma [como le llaman ellos] corresponde a la región superior del universo. En San Pablo y San Juan, el término es traducido como “plenitud” (Ef 1, 23; Jn 1, 16), adquiriendo así la connotación de cumplimiento y madurez.

Y aquí vienen los términos que usan los valentinianos… Explican ese término a la luz de Platón y hablan del Dios trascendente, que corresponde al Eón perfecto valentiniano. Es decir, un Dios trascendente que no tiene conexión todavía con la creación, porque eso lo hace el Demiurgo, y además es una creación defectuosa y maligna. Entonces, aquí vienen estos nombres. Ese Dios trascendente:

Éste no es Ser, ni Principio, sino anterior y superior a éstos. El Dios trascendente es descrito como: supraexistente, Pre-Principio, Pre-Padre, inabarcable, invisible, ingénito, Abismo. Uno de los problemas formulados por los valentinianos, es qué hacía Dios antes del mundo.

En fin, de allí proviene esa idea, pero no es solo de ellos. Después, en el trabajo sobre el libro de Natalí Aranda El poema como huella en Ximena Rivera, también vi que ella (Natalí) hace una búsqueda a la luz de Derrida, la cuestión de la huella. Pero luego también descubrí que lo de la huella estaba en Plotino, y ahí también está la idea de un Dios antes de Dios, que es muy difícil de representárselo porque es incognoscible, inefable, no tiene determinación. Representarse eso es muy complicado. Pero es una búsqueda por ese lado: esos abismos eran los que Ximena indagaba, y bueno, entrar ahí no es tan sencillo…

 

 

Víctor: Claro, y tampoco es tan sencillo decir que si lo logró o no lo logró, ¿no?

Lucy: No, porque son dimensiones que, por lo que se puede ver en estos autores como Plotino u Orígenes de Alejandría –autor que ahora estoy estudiando–, comprenden a Dios en sí mismo siempre como incognoscible, pero nunca existe la renuncia a dejar esa búsqueda: siempre siguen. Por eso que varias veces en Ximena –volviendo al punto– constata la insuficiencia del lenguaje. Esto, por ejemplo, de que “las palabras ya no serán necesarias” … Mira:

No sé cuánto ha durado el viaje
ni sé ya medir el tiempo,
pero estamos muy cansados
de luchar con el mar
y con esa extrañeza de estar vivos.
A estas alturas, sospechamos
que no es verdad
que un poema se escriba con palabras.

Versos de la estancia «Las transformaciones», del poemario 18 poemas de agua (2005).

Es decir, siempre está esa búsqueda de un lenguaje anterior al lenguaje. Busca una nueva lengua. Esto estaba en “Las transformaciones” … No es suficiente para ella: sospecha, tengo la impresión, de los lenguajes formalizados, algorítmicos, diríamos hoy día. Pero, en fin… Está la figura del viaje nocturno por el mar, que también lo menciona: siempre es un viaje en busca de sí misma, en busca de un lenguaje anterior y en busca de un Dios anterior a Dios mismo. Sí, yo lo diría así, en resumen. Son realidades complicadísimas…

Víctor: Si uno quisiera ver la obra de Ximena Rivera de manera más progresiva, desde Antología de la locura hasta Casa de reposo –que se publica de manera póstuma–, ¿qué pasa con esa búsqueda? Sobre todo, estoy pensando en Casa de reposo, en donde el discurso empieza a ser un poco más… no sé qué adjetivo usar exactamente…

Lucy: Hay un cambio ahí…

Víctor: Descreído, quizás. Claro. No sé si escéptica es la palabra… Como si esa búsqueda surgiera desde cierta resignación, más que desde cierto afán de persistir.

Lucy: Sí, a mí me impresionó ese texto…

Víctor: Claro, porque tú en el ensayo mencionas que, por ejemplo, en ese libro menciona a Chile…

Lucy: Sí, eso yo se lo escuché una sola vez… En el resto de su poesía no menciona a Chile, pero ahí lo hace, justamente, y lo hace para hablar del Dios feo de los chilenos, muy significativo. La verdad es que yo lo leí bastante después. Entonces me entero, ya con el detalle, de que había vuelto a Pompeya Sur. Fue bastante golpeador para mí también, porque no sabía nada. Yo tuve, en 2013, una reunión con Felipe Moncada, de Inubicalistas, y ahí me enteré de que había muerto, el mismo día (del velorio). Entonces, algo supe sobre la casa de reposo. Finalmente, después de hacer todo un trabajo… No sé si un trabajo, en realidad, es una cosa que me vino, una especie de retrogradación de los últimos tiempos que yo la vi, hasta el principio.

Y finalmente, fui al velorio a despedirme de ella: allí estaba Guillermo, muy afectado, y otros amigos. Entonces, luego yo leí este texto (Casa de reposo), y pensaba: “pero, ¿cómo?”. O sea, no sé… A lo mejor, la hubiera ido a ver, no lo sé. Porque me acuerdo de lo que me decía en esos años. Yo la visitaba y me decía –nunca se me olvidó, no sé por qué nunca se me olvidó–: “me aburro como ostra”. El texto de Henrickson también habla del aburrimiento que tenía en esa casa. Pero parece que lo que está descrito aquí es infinitamente más duro de lo que ella vivió, al parecer, a fines de los 80, a principios de los 90… No sé hasta cuándo estuvo, la primera época, en la casa de reposo. Parece que –no estoy segura– salía, después volvía… No sé. Pero esto que describe acá es impresionante, dice:

Y me di cuenta que la casa de reposo, literalmente, es una barraca militar en el vacío: horarios, deberes, esperas y abusos. Ya que busqué un lugar que representara una madre maligna, una madre abusadora desde el primer día, para poder vivir. ¿Lo crees?

Fragmento de la estancia «I» de Casa de reposo (2013), publicado de manera póstuma.

Es decir, es en estos tiempos cuando empecé a hablar de la madre maligna, y ya después, en el último libro, derechamente de la madre terrible. Esta es una digresión, solamente –que hasta donde yo alcanzo a ver es el arquetipo dominante en Chile, y se nota en el proceso de disolución de prácticamente todo. Es decir, no es la madre nutricia y dispensadora de vida. La madre terrible debe ser vencida desde dentro, y eso es lo que le cabe al héroe. Entonces, es como si Ximena, de alguna manera… No sé cómo llegó a eso –yo no estuve en ese tiempo con ella–; queda de alguna manera atrapada ahí. Y, sin embargo, algo hay… Es como si de alguna manera, hasta cierto punto, hubiese ella misma quedado atrapada en la materia, para usar el lenguaje del gnosticismo:

A través de la imagen de esta casa de reposo como campo de exterminio, Ximena describe el desfondamiento de Chile, su separación radical, la destrucción de su ser. Y lo hace desde su observación de la relación de este país con lo religioso, cuya manifestación más ostensible es “su dios feo –ese dios de tantos chilenos”.

Yo no recuerdo si ya en este tiempo, fines del 2014, estaba la crisis total de la Iglesia, no lo recuerdo ahora:

Aquí se refiere una vez más, implícitamente, a la distinción entre el ícono y la divinidad viva e irradiante que actúa en y desde las profundidades del alma humana, conforme a una concepción mística del conocimiento, que precede y se sitúa más allá de la institucionalización de la religión, y de la experiencia religiosa imitada, aprendida y de segunda mano.

Eso lo desarrolla William James en Las variedades de la experiencia religiosa. En otro lugar, Ximena habla del ícono…

Víctor: En Puente de madera comienza justamente hablando del ícono…

Lucy: Claro, pero es para distinguirlo de este Dios anterior que ella busca: el fundamento último de la realidad. 

Víctor: El ícono está al otro lado. Es el Dios después de Dios, por así decirlo…

Lucy:  Claro, se acerca un poco al Demiurgo que crea el mundo… Porque William James, que no era muy amable con estos temas, decía: no nos interesa esa religiosidad aprendida de segunda mano. No, le interesaba la experiencia directa, que puede ser muy terrible, en algunos casos. Entonces:

Frente a esa cosificación y mercantilización de la religión, la concepción mística subyacente al trabajo de Ximena carece de lugar propio. Su mención del destino de Chile es inquietante, y da cuenta de una gran lucidez respecto de la pérdida del sentido de la vida, y de la superficialidad inmetafísica con que estos asuntos son tratados. Constituye la cifra de un vacío cruento, el del hedonismo de la sociedad de consumo, en la modernidad tardía y ciega de Chile. En rigor, un Chile sin Dios, y sin otro horizonte que la preservación de la vida indiferenciada como campo de exterminio, aunque por otros medios. Esto exige la autoextinción de los seres, para una sobrevivencia miserable en términos materiales y morales, funcional al progreso de la nación y la legitimación de sus lacras ocultas, en gran parte derivadas de la impunidad legalizada bajo el Estado de derecho de la postdictadura.

Es decir, cuando ella habla de Chile, que es la única vez que lo hace, por lo menos vi todas estas connotaciones. Y por supuesto que no puedo evitar impresionarme al volver a leer esto –ya lo había olvidado–, a la luz de lo acontecido en estos últimos años, que pareciera ser la pudrición final del país (para no entrar en ese tema, que no es lo que nos convoca ahora). Había una cosa que te quería decir, sobre esto… En medio de ese campo (de concentración) en el que está ella, esa casa de reposo que es una especie de anti-lugar, señala lo siguiente, y por última vez se refiere a la imagen del lugar buscado:

Teóricamente, hay algo difícil en esta casa, como si fuera un relato perfecto, o mejor dicho, una experiencia exacta. Y, teóricamente, también esta casa no es incomprensible para mí, no es absurda, no es una cosa vaga, ya que no es algo nebuloso. Y pasarán años y se sostendrá ahí, como una pequeña pieza de arte, incomprendida.

Fragmento de la estancia «IV» de Casa de reposo (2013).

Entonces, cuál es el comentario: esa casa a la que se está refiriendo es ella. Mira:

Ximena pareciera retornar aquí a los objetos nobles, como el jarrón chino y su enigma que ya no habla, aludiendo a su plenitud virtual, aunque extinta. Pero no se refiere a la casa de reposo, sino a ella misma y su ser, que es su casa, aun cuando en medio de esa agonía abismal tenga cabal conciencia de su pérdida. Precisamente, porque su horizonte último, y el fondo de la realidad y el espíritu imposible que lo constituyen y sostienen, nunca desaparecen. Así pasarán años, y Ximena unida a su obra como un solo organismo viviente, en que una es la analogía de la otra, se sostendrá ahí, a pesar del horror, como si se tratase de la estructura sutil e invisible de una pequeña pieza de arte, incomprendida, para el escrutinio de las formas sociales sin memoria, ni alma, ni abrazo, ni signos, ni horizontes, ni Dios.

De alguna manera… –Me parece que esto está hacia el final del poema, si mal no recuerdo, esta parte de Casa de reposo. De alguna manera se recupera, algo de ella recupera antes de morir. Nunca renuncia. Yo la verdad espero que se haya liberado. Así que sugeriría, a quienes pretenden atar a Ximena a una roca, que la liberen, la liberen de la etiqueta de la marginalidad, la locura, y todo ese tipo de cosas, porque ella trascendía todo eso. Su conciencia –porque eso es lo impresionante–, a pesar de toda su precariedad, de alguna manera misteriosa, por algún misterioso don en ella, su poesía la supera a ella misma, pero desde de ella misma. Es de algún fondo misterioso en ella, más allá de todo, de la enfermedad y de la pobreza en que vivía. Y bueno, yo creo que en otro país le hubiera ido mejor, por supuesto.

Víctor: Lucy, para ir finalizando la entrevista, te quería hacer una última consulta respecto de una sentencia que ella escribe en una de las cartas que te envía. Ella te escribió en 1988 (debe haber sido en agosto): “Escribir es defenderse, defender la vida. La poesía es un acto de legítima defensa”. Me dijiste que, mucho tiempo después, de alguna manera entendiste el peso de las cartas, pero estas palabras en particular, quería saber qué te dijeron en el momento en que empezaste a analizarlas, estas sentencias como tales. Al menos a mí me sorprendió leerlo, porque habla justamente de alguien que tiene un compromiso vital –no biográfico, sino vital– con lo que escribe. Cuando empezaste a escarbar en estas sentencias, las cartas y los poemas, de lleno, de Ximena Rivera, ¿qué te dijeron y te dicen estas palabras, sobre todo después de tantos años transcurridos, a ti como lectora?

Lucy: Actualmente, arroja luces un poco con lo que te señalaba al comienzo, de que su poesía quizás fue la forma en que ella logró permanecer unida a sí misma, a pesar de sus terribles condiciones de existencia. Y no como una especie de terapia anexa a su vida, sino más bien, como señalas tú, una integración entre vida y obra: ella y su obra son indisociables, y, sin embargo, ella se supera a sí misma, y alcanza un alto nivel de nobleza y de elegancia, y en una alta jerarquía del conocimiento. Todas, nociones que yo siempre voy a defender, a pesar de todo y, en ese sentido, ella le entrega una obra fundamental al país que no hizo nada por ella, y a la maldita ciudad de Valparaíso que tampoco hizo mucho por ella –no sé si hacia el final… Entonces, en ese sentido, escribir es defenderse, defender a la vida, y la vida entendida más allá de su dimensión concreta y real, que también es fundamental por supuesto, como ha estado hablándose: “la vida del espíritu”. Un poco en la línea de lo que te señalaba, de Juan de Quintil.

Víctor: También la figura de Valeria…

Lucy: Claro, la figura de Valeria. No son recursos artificiales ni retóricos, en el sentido peyorativo de la expresión. No, aquí hay algo fundamental. De hecho, mira, lo señala después, ¿no? Que un poco da luces de cómo entiende ella ese “defender la vida”:

Escribir: arrancar chispas a la piedra, provocar la lluvia, ahuyentar a los fantasmas del miedo, el poder y la mentira. Hay trampas en todas las esquinas. La trampa del éxito, la del “arte comprometido”, la de la falsa pureza. El grito, la prédica, el silencio: tres deserciones. Contra las tres: el canto.

Carta de Ximena Rivera a Lucy Oporto, fechada en 20 de agosto de 1988, Quilpué.

Si dice “el grito, la prédica, el silencio”, en este contexto por lo menos, son manifestaciones indiferenciadas del lenguaje, si se pudiera describir así. Tú me dirás: el canto. Como sabemos, ya el canto en la música tiene una alta elaboración, un pensamiento mucho más elaborado e incluso mucho más abstracto. La música tiene un lenguaje muy abstracto, como tú bien sabes también. El grito es –descrito como un mero hecho– anterior al pensamiento, si se quiere. La prédica, sin un fondo de verdad y de razón, es palabra muerta o, para citar a Orígenes de Alejandría, es solo una lectura literal y puede llegar a ser incluso la letra que mata, puesto que no está considerada su lectura espiritual y alegórica. Y el silencio que, en este contexto –se habla mucho del silencio; puede ser un silencio fructífero– aquí es, yo diría, el silencio de muerte, el silencio del ostracismo, de la exclusión. Se podría ver así, por todo lo que dice antes. La falsa pureza, el éxito: ella sabía todo eso…

Eso, más o menos. Para resumir: una poesía conectada con la gran corriente de la profundidad del espíritu, y que es un elemento universal, e incluso anterior al ser humano. Eso podría sostener.

***

Obras comentadas:

Ximena Rivera Órdenes:
Obra reunida. Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, noviembre 2013.

Obra completa. Ediciones Libros del Cardo, Valparaíso, 2016 / 2019.


Lucy Oporto Valencia:
“El abrazo del alma y el arte de las analogías”, en Los perros andan sueltos. Imágenes del postfascismo. Editorial USACH, 2015.

“Abismo metafísico irradiante: imposibles mundos paralelos”, en He aquí el lugar en que debes armarte de fortaleza. Ensayos de crónica filosófica. Editorial Katankura, Santiago de Chile, 2021.


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