Editorial
Primavera de 2024
“Una revista debería ser el reflejo de su tiempo, y aquella que deje de serlo debería desaparecer”, escribió Cyril Connolly en el comentario del primer número de Horizon, la revista literaria que dirigió desde 1939 hasta su cierre en 1950. Su tiempo no es otro que el de la guerra, y como tal sirvió de refugio para muchos escritores que debían escribir entre las exigencias de su tiempo y la personal actividad creativa. Pero si el siglo XX, como no lo fueron menos los anteriores, fue un siglo en el que escritores y asiduos a la cultura tenían conciencia del tiempo en el que estaban inscritos, cuáles eran los síntomas, signos y tendencias de su época, difícilmente podemos asegurar cosa semejante para la nuestra, aunque paradójicamente abunden diagnostistas de variosísima índole. Entre los muchos avatares que hoy nos asaltan no podríamos acertar con uno solo de sus rostros.
¿Cómo una revista, según lo planteaba Connolly, puede ser el reflejo de su época si esta no puede reconocerse a sí misma? Peor aún, si la imagen que tenemos de ella es la de la disolución, la de la artificialidad, la de la vulgaridad más llana, la de la excesiva fragmentación antes que de la síntesis; ¿puede una revista incorporar dicha imagen? Por el contrario, como pronto la reconozca también debería poder oponerse a ella, signifique esto utilizar los mismos medios que se le imponen, aunque invirtiéndolos.
Al día de hoy, un número no despreciable de medios abocados a la cultura y a las artes florecen y decaen sin haber dejado rastro ni huella, y la suma de sus publicaciones se hunden y se aplastan bajo el peso de las otras. La necesidad de construir una base de pensamiento duradera y formidable es cada vez más difícil de satisfacer en un mundo en que dominan sus contrarios. La empresa se pone más cuesta arriba cuando el reino de la cantidad nos llama a su redil en el que todo lo que creíamos único se une a lo indiferenciable. ¿Es señal esto de que una revista deba desaparecer, silenciarse en contra del barullo generalizado? Creemos que no. Porque esto ya es cosa vieja. Está en su propia naturaleza y más de alguna relación guarda con el dicho “pasar revista”.
Pero una época se compone de mucho más que de sus signos visibles. A este tiempo, esmerado a menudo en la provocación y en la tendencia, hay que hallarlo justamente en aquello que deja en las afueras. Así, en el recorrido de los últimos meses nos hemos inclinado por volver a lo olvidado y muchas veces desdeñado por soberbia intelectual, valorando aún más el buen ejercicio de las letras: las escrituras, libros, autores que no por distantes temporal y espacialmente nos parecen impropios de revisitar. Enfrentarse nuevamente a la tradición, que a la larga es, por inabarcable, la única forma de escapar de los discursos repetitivos y formas escriturales que abundan en el presente y que percibimos como formas anquilosadas de lectura, a pesar de su corto trecho.
Por lo mismo, ser un reflejo de este tiempo también es seguir respondiendo a las inquietudes particulares de cada búsqueda, sea esto dando saltos y jugueteando entre las tradiciones y temáticas más variadas, en el enorme laberinto de conocimientos, conducidos por la curiosidad y por el hambre de hallazgos. Heterodoxia, sí. Como la abeja de Píndaro, de flor en flor, así de materia en materia.
No nos hemos visto aislados en dicha aventura. Esta sensibilidad coincide con un giro a todas luces comprobable en el entorno de las ideas. Cada vez son más los que vuelven su mirada a los clásicos, los que no desprecian la tradición sino que la enfrentan y sacan de ella sus aprendizajes, con especial predilección por la poesía y por el ensayo, el más preclaro, el que nos hace participar de ese eterno presente que es la Literatura. Con esto, creemos ser una isla, por supuesto, mejor si es de un archipiélago.
Aprovechamos esta instancia para agradecer a quienes participaron de una u otra forma en 49 escalones desde nuestra última editorial:
Vanessa Martínez Escobar
Archie Morales Romo
Ricardo Pickenhayn Mazzoni
Montserrat Armas
Miguel Gomes
Pedro Lastra
Sergio Madrid
Cristian Cruz
Macarena Castro
Enrique Morales
Marcelo Pellegrini
Marcelo Varas
Juan Pablo Rojas
Jesús de la Rosa
Juan Carlos Calderón
Camila Leal
Alexander Urrieta Solano
Patricia Iniesto de Miguel
Drago Yurac
Víctor Alegría
Rafael-José Díaz
Ignacio Vásquez Caces
Waldo Rojas
Alejandro Pérez
Alberto Venegas
Carolina Lorca
Eduardo Jeria Garay
Juan Maldonado
Lucy Oporto
Luis Andrés Figueroa
A ellos y a nuestros lectores, va nuestro agradecimiento.
49 escalones


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